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Es innato del emprendedor pensar en proyectarse a otros mercados, pues su mente no presenta barrera alguna. Solo piensa en crecer y expandirse. ¿Y el abogado? El asesor legal es importante desde el primer momento en la toma de decisiones, no solo desde una perspectiva organizacional, sino también de desembarco en los distintos mercados.

Contar con apoyo en la estructuración del negocio mediante figuras que permitan localizar los riesgos y limitarlos en cada mercado, como también para canalizar la inversión, deslocalizar la producción y comercializar el producto o servicio internacionalmente es fundamental. Es un deber preventivo del emprendedor.

Por su parte, el abogado de un emprendedor con deseos transnacionales debe necesariamente conocer de derecho internacional privado para garantizar un acompañamiento sólido y el emprendedor debe descansar en él, pero no desentenderse. Solo conociendo la visión y objetivos del emprendedor, puede el abogado brindar apoyo eficiente, atendiendo a los distintos sistemas jurídicos que afectarán todas las etapas referidas.

El nacimiento, estructuración, desconcentración y diversificación del negocio, debe, como plan estratégico, guardar una mirada jurídica transversal en detalle. Alcanza con solo pensar en sociedades a establecer en distintos países para producir bienes o prestar servicios o canalizar inversiones, formalizar contratos locales e internacionales con proveedores, trabajadores y consumidores o usuarios, etc., todas actividades que tendrán lugar en las distintas etapas y a las que debe atenderse con asistencia legal. El abogado debe formar parte de la cadena productiva o prestacional de la compañía en gestación o en crecimiento, no resultar un simple consultor distante sobre temas particulares.

En Sala Mercado entendemos esta como la mirada más compatible con el universo emprendedor para asistirlo y estamos convencidos de nuestro apoyo.

Por José P. Sala Mercado